¿Sabéis qué? Que llega un día en el que te cansas, un día en el que las
fuerzas comienzan a flaquearte y te dan ganas de gritar a los cuatro
vientos ¡NO PUEDO MÁS!
Muchos creerán que exageras y que no es cierto lo que sientes, pero las
lágrimas con las que escribes esto te hacen darte cuenta de que tienes
la razón y estás en lo cierto.
Cansa dar siempre el primer paso por los demás, y que no muestren
interés si dejas de hacerlo. Te hacen creer que sólo tú eres la que te
preocupas por el resto, pues no parecen echarte de menos si te marchas.
Te exigen estar para ellos ahí, al momento, mientras tú te pegas
esperando horas y horas por respuestas y palabras que no llegan,
abandonan tu conversación desde que se aseguran que te tendrán siempre
ahí al leer un simple "Hola".
Pues no siempre estarás, no, porque el corazón empieza a palpitarte con
fuerza cuando notas el dolor recorriendo tu cuerpo, el sentimiento de
que nadie te preguntará si no lo haces tú primero, y eso hace que
comiences a plantearte si vale la pena dar tanto por quien no te da
nada.
Eres así. Lo entregas todo desde el principio y ni piensas con la
cabeza, te dejas llevar por la pasión y emoción del momento. Pero...
¿qué pasa luego? Dime, ¿qué se siente al ver que sólo estuvieron ahí
cuando necesitaron algo, y ahora todos han desaparecido al ser tú la
necesitada de apoyo y consuelo? Tienen la cara de hacerlo así, y vas tú
siempre detrás, arrastrándote porque sigues creyendo que todo cambiará.
Es absurdo darte cuenta de todo esto, y más absurdo aún querer cambiar y
dejar de ser así, pero parece no quedar otra salida. Llega un punto en
el que estás convencida de que ninguno de ellos apostaría por ti, que
esos con los que creías contar ni darían la cara por ti. Siempre
esperando a que seas tú quien de el paso, quien tenga los cojones de
lanzarse a la piscina y atreverse a intentarlo.
Aquí cabe de todo, amistad e incluso amor, y ninguna de esas dos
palabras están funcionando correctamente. En ninguno de los dos casos
alguien se atreve, sólo tú, y ya termina cansando tal vacío. Sabes que
seguirás luchando, pero las fuerzas disminuyen, al igual que las ganas
de intentarlo, porque lo único que queda es un inmenso vacío que resulta
imposible llenar.
Dicen que todo llega, que siempre llega, pero ¿cuándo? No son palabras
de consuelo cuando no ves los resultados, cuando llevas tiempo sin poder
evitar esperarlo. Quizás duela, pero el cambio comienza a florecer poco
a poco. Toca pensar un poco en ti, y no por ser egoísta, sino para
poder ser feliz al fin, sobre todo cuando te miras al espejo y te
encuentras irreconocible al no ser capaz de admitir que algo te pasa,
que no te sientes bien de verdad por todo lo que estás afrontando,
completamente SOLA.
Y esto que nadie se atreva a negarlo. Y mucho menos YO, que lo sigo
escribiendo como si no fuera dirigido a mí, en un intento de creer que
no son ciertos los hechos que me llevan a soltarlo de una vez. Y mucho
menos TÚ, que de verdad lo lees y quizás, sólo quizás, puedas sentirte
así también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario