Puede que no sea la persona más fuerte, ni la más valiente, ni siquiera, la más decidida. Puede que me haya equivocado varias veces, demasiadas diría yo... . Puede que sea una experta en complicar lo fácil, y en facilitar lo difícil, puede que tropiece una y otra vez con la misma piedra siempre, puede que alguna vez me caiga, pero lo que si sé, es que siempre volveré a levantarme, con o sin ayuda.
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sábado, 16 de junio de 2012
No tengo moral. Sé manejarme perfectamente en situaciones escandalosas. Supe mostrar mi mejor cara habiendo hecho cosas cuestionables. Tengo la sonrisa fácil, el cinismo sale por mis poros. ¿Cuál es el límite? Me lo pregunté muchas veces. Y ahí está el problema. El límite está en mi control. Puedo soportar cualquier circunstancia, mientras sea quien la domine. Nada puede salir de mi control, porque la moral empieza a picar. Nada puede escapar al modelo de mi mente, porque la culpa aparece, sin piedad. Siendo capaz de mentir con una sonrisa, de manipular disimuladamente para poner cara de asombro cuando todo explote; mi límite es lo ajeno. Es esa delicada línea que me separa del resto del mundo.
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